Me dio la impresión de que fue por la cantidad de especies que usan en la cocina marroquí que tuve sueños intensos y psicodélicos toda la noche. Era como soñar estando drogada… me desperté con la llamada a rezar de las 5 am, pero rápidamente pude volver a dormirme, y continuar soñando cosas raras… la única que me recuerdo era estaban filmando la serie en la casa de mis abuelos (Torrelodones), y que el actor que vimos (que hace el papel de Sir Jorah Mormont) era la vez como 4 personas diferentes y que aunque me dejaban tomarles fotos, no lo lograba: o la pila se acababa o la cámara no tenía tarjeta sim y yo me volvía medio loca.
En la mañana nos despertamos
lo más temprano que pudimos (~8:30) para poder desayunar en el hotel. El
desayuno fue tan rico como el hotel es lindo. Una combinación de yogurt con
frutas picadas, mini panquequitas, ponqué, y huevito revuelto y. La miel
parecía petróleo, y la mermelada creo que era de higos. Para tomar nos dieron
jugo de naranja y café, pero como no nos pusieron tazas, nos lo tomamos en unos
bowls como de cereal. Creo que ese era el plan, pero siento que nos veíamos
bastante graciosos tomando té desde los platos.
El primer plan
era salir a pasear por la playa, que nos dijeron era lo más chévere para hacer
en la mañana. De camino a la playa pasamos comprando los billetes de regreso
del autobús a Marrakech para el día siguiente. En vista de que sólo había
puesto en la mañana temprano y en la tarde tarde, compramos los de las 6am, y
nos propusimos aprovechar mucho el día para conocer lo más posible Essauira ese día.
La playa era
laaaarga y el paseo fue muy rico. La arena era lo suficientemente firme como
para caminar por varias horas. Apenas
entramos a la playa, nos pasó cerca un vendedor de lentes y como a Fran se le
quedaron los suyos y había mucha luz, compramos unos “Ray Ban”: después de
pasar como 10 minutos negociándolos con el tipo que resultó ser muy pana, le
pagamos, nos tomamos fotos con él y así empezamos el paseo playero, un poco
menos encandilados. El paseo fue mucho más largo de lo que yo me esperaba, y al
poco ratico sentí que me empecé a quemar demasiado, por eso a pesar de que
hacía full calor, me puse mi bufanda tapándome toda y entonces estando así toda
envuelta, sentía que estaba en el desierto. Las mamás siempre tienen razón, y a
pesar de que mi mamá desde Caracas me lo había advertido enfáticamente, me
medio insolé como una idiota. (Tranqui mami, no te asustes, no fue nada grave!)
Un poco más allá había una zona de la playa en donde el mar escupía todo lo que había recogido. Aparte de montañas de ramas y palos, había miles de botellitas pet de plástico y de cholas solitarias que en algún momento habían perdido a sus parejas. En medio de todo eso había un viejito vestido con túnica y sombrero jalando un burro con una carretica. El señor iba recogiendo piezas buenas de madera y las metía en la carreta, todo con mucha calma y muy poco a poco.
El último highlight del paseo fueron los vendedores de galletas. Nos dieron para probar y la verdad estaban muy ricas. Lo cómico era que vendían además de las galletas normales galletas de “chocolate”, de hashees y de marihuana… las normales eran baratas (3 por 10 dirhams, las “especiales” costaban como 40 cada una. Pedimos tres normales y el tipo igual nos regaló la cuarta y una pizquita de la hash-cookie para que la probáramos... él quería que la compráramos para que pudiéramos ponernos tan “felices” como estaba él (que efectivamente tenía los ojos rojos). Las galletas que compramos estaban ricas y las que sobraron las guardé y nos sirvieron de merienda en la tarde.
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