Volar con Ryanair es como un karma. Es mucho más barato, pero es un estrés total, el tamaño de maleta permitido es más pequeño que un carry-on normal. Y sin pagar exceso uno sólo puede llevar 10 Kg, eso incluyendo el bolso de mano o la cámara que uno cargue encima: todo debe ir dentro de la maleta. Yo por eso me puse encima mis sweater y mi impermeable a pesar de que en el aeropuerto no hacía ni pizca de frío… casi me sofoco, pero mi maleta pasó perfecto jaja.
Con el trasnocho dormí todo el vuelo que se me pasó en un santiamén. Lo cómico es que de hecho llegamos y salimos a la misma hora: el avión salió a las 9:50 y llegó antes de las 10am a Marrakech. Pero claro: efectivamente duró dos horas que se compensaron con el cambio de zona horaria de aquí. El aeropuerto me pareció setentoso y playero, muy blanco y con bastante luz. Luego de pelar bola como 15 minutos por no haber traído un bolígrafo con tinta, finalmente llenamos nuestras planillas y pasamos sin rollo la inmigración.
Decidimos irnos de una a la estación de autobuses, y luego pasear por sus alrededores. Los pasajes a la otra ciudad que queremos conocer (Essauira) los compramos desde Madrid por internet y costaban menos de 8€ cada uno. Aparentemente ir en Taxi costaba alrededor de 60€, así que el medio de transporte fue una decisión bien fácil. La empresa de autobuses se llama CTM y estuvo perfecta. Todos los asientos tenían chicles pegados en los relieves del asiento de enfrente, pero de resto una maravilla.
Como todavía quedaba un ratico, en unos puestos callejeros enfrente de la gare nos pedimos un plato que venía en un recipientico de barro tapado. Cuando preguntamos que que era nos dijeron que pollo. Era un plato hondo de barro con tapa en forma de cono, en donde se cocina alguna carne (en este caso el pollo) a fuego lento por como 10 horas con una pirámide de vegetales encima. La verdad no teníamos idea de que era pero estaba delicioso… pocas horas después de haber aterrizado en Marruecos nos enterámos que (junto con el couscous) es uno de los platos más típicos de aquí. Se llama Tajín, y los venden literamente en TODOS lados. Tampoco nos enteramos inmediatamente pero el pan que nos trajeron de acompañante, un pan redondo como del tamaño de una crepe (per bastante más inflado) es otra comida muy típica marroquí. El pan estaba rico, pero como nos dieron mucho, la mitad la envolví en una servilletica y lo guardé para alguna emergencia de hambre. Veníamos avisados de no tomar nada en los vasos que nos dieran, así que el litro y medio de agua que pedimos nos lo tomamos a pico de botella porsia. Desde que aterrizamos estábamos rodeados de moscas, asumimos que era algo normal de aquí y mientras no se nos pararan en la cara o en las manos el plan era ignorarlas.
Finalmente llegó la hora de salir, y pudimos admirar un poco más la ciudad desde el bus. Algo notorio es que todas las casas están pintadas de un rojo viejo. Todas, todas sin excepción. Y el piso aunque parece seco, debe ser fértil porque muchas matas tienen frutos, y hay jardines que están medio tapados, pero parecen ser bellos. Casi todos los edificios que pasamos teníamos menos de 3 pisos, y sus techos son planos o con formas irregulares, pero nunca a dos aguas. Todo se ve medio viejo, y no demasiado cuidado.
Salimos de la ciudad y se empezó a ver cada vez menos vegetación. Yo rápidamente me dormí hasta la parada a medio camino. Un sitio con un par de restoranes en la única persona que se sentó a comer fue una chica marroquí. También había varias tiendas, en una de ellas Fran compró un refresco de manzana casi congelado (delicioso para el calor que hacía) y unos pringles para cuando nos provocaran. Habían muchísimos gaticos por todos lados.
Como alrededor de las 4 llegamos a Essauira… aquí cambió el color y la altura de los edificios, un poco más bajitos y ahora con tonos de blanco viejo y gris (en vez de rojo). Cuando llegamos era justo hora de rezar, pero fue como destapar un pote de miel cerca de un panal de abejas…. La mitad de la gente (puros hombres, porque aquí siempre en todos lados se ve poco a las mujeres) vino al acecho a ofrecer hoteles, taxis y carritos para transportar las maletas… y la otra mitad, estaba en lo suyo agachados hacia la meca rezando (ahí mismito en el estacionamiento de los autobuses al aire libre sobre unas alfombritas). Es difícil entender porqué a la hora de rezar alguna gente reza y la otra como si nada estuviera pasando.
Rezan 5 veces al día. Antes de cada vez de los minaretes de cada mezquita hacen el llamado a la oración que se oye desde todos lados. No sé bien a qué hora es la cosa, y según mis cálculos no es a una hora precisa en punto, pero alrededor de las 5am, 11am, 4pm y 7pm) siempre se escucha el llamado. Los hombres si pueden se meten en las mezquitas, y si no se juntan, ponen alfombritas y se ponen en donde estén a rezar. Las mujeres no sabemos qué hacen, suponemos que rezan aparte.
Después de mostrarnos la habitación nos invitaron a tomar un té y galleticas en donde nos dieron varias recomendaciones y una ubicación preliminar del pueblo. Nos contaron que había algunas horas en que cerraban algunas partes de la muralla porque estaban filmando una película. Empezamos a hablar con ellos en inglés, pero poco después cambiamos al francés porque como que se sentían mucho más cómodos en francés… yo pensaba que estaría más trancada, pero de alguna manera me inspiraron y me solté a hablarles de mil cosas… obviamente incluido Chávez. Cada vez que le decimos a alguien que somos de Venezuela sale en la conversación… en este caso me solté cuando me insinuaron de la maravillosa labor que había hecho disminuyendo la pobreza de 70 a ~20%!... pero aparte de la conversación política, fueron súper simpáticos y amables y el té que nos sirvieron me encantó…. Yo no tomo té, y lo acepté “por cortesía”. El té que toman aquí es té de menta… y incluso para mi gusto anti-té es una delicia y me quedé fascinada.
No solo una delicia, si no una tradición. Aquí lo que se toma para socializar o descansar es un tecito de menta. Dicen que se debe aceptar siempre, yal aceptarlo hay que acompañarlo de una visita como de media hora. Hasta para servirlo tienen una forma especial (separando la jarrita al máximo del vasito de vidrio (no se toma en tazas)). Nosotros no sabíamos nada de eso, pero por suerte y sin saberlo, lo hicimos muy bien desde la primera vez.
Este Riad es una posadita pequeña. Creo que tiene alrededor de 4 cuartos (incluido el que usaban nuestros anfitriones). El nuestro estaba en el segundo piso, y en el tercero había una mini terracita con vista a la medina. Apenas llegamos la vista me pareció medio fea, con edificios viejos y sucios y con basura por todos lados. Pero eso era afuera, como ya dije todo adentro del riad es un primor. Nuestra habitación tenía muchas luces indirectas y era muy acogedora. Los cuadritos eran acuarelas de bereberes (la raza de marroquíes que viven en el Atlas: la cordillera marroquí), o de paisajes de Essauira. Las telas todas tornasoladas y todo hace como un juego de luces y sombras y colores. El baño era como una habitacioncita dentro de la habitación, tenía su propio techo más bajo. Era como un mosaico completo verde y lila, y el techo del baño tenía mini tragaluces de lunas y estrellas.
Los riads en Marruecos son así… por fuera prácticamente no se ven y por dentro son como mini palacios! Cualquier puerta o ventana que uno vea en la medina puede tener detrás una casa en ruinas o un hotel de lujo.
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