Yo tenía un asunto pendiente en la plaza, y como era la última tarde no
podía esperar más: quería tomarme una foto con los encantadores de serpiente,
especialmente con ellos tocándoles música a sus cobras.
Pero la verdad fue medio decepcionante, porque las pobre culebritas deben estar bastante maltratadas, y además los tipos cuando me vieron que quería la foto dejaron de tocar sus flautas extrañas y me montaron otra culebra encima y le dejaron de parar bolas a las cobras (que eran las que a mí me llamaban la atención), y pretendían que les pagáramos 100 dirhmas! Jajaja!.
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Les dimos 10 y listo. Creo que las culebras deben de tener la boca cocida o algo así, porque los tipos las tratan como si fueran lo más inofensivo del mundo.
Pero la verdad fue medio decepcionante, porque las pobre culebritas deben estar bastante maltratadas, y además los tipos cuando me vieron que quería la foto dejaron de tocar sus flautas extrañas y me montaron otra culebra encima y le dejaron de parar bolas a las cobras (que eran las que a mí me llamaban la atención), y pretendían que les pagáramos 100 dirhmas! Jajaja!.
Les dimos 10 y listo. Creo que las culebras deben de tener la boca cocida o algo así, porque los tipos las tratan como si fueran lo más inofensivo del mundo.
Todos estos días entre las 4:30 y las 7pm, el tiempo en Marruecos se nos
pasaba muy lento, supongo que era una mezcla del cansancio del día, la hora del
burro y con que los museos/atracciones ya están cerrados. Sin ningún otro plan
para hoy seguimos paseando por la plaza hasta la puesta de sol: un poquito más
de baile con otros músicos, un poquito más de esquivar a los gnawas… y lo bueno
es que cada vez que uno pasea ve cosas diferentes, así que nunca deja de ser
interesante.
Mi impresión de los árabes es “dual”, en especial de los hombres porque a
las mujeres las tratamos muy poco, y con las pocas que tratamos mayoría parecían
medio amargaditas. Digo “dual” porque cuando no están siendo entrometidos o
atacones, son muy muy amables y educados y tienen una cara de buena gente
lindísima: ojos y sonrisa hermosos, como esa gente que no sabes porqué pero inmediatamente
te cae bien… Peeeero, cuando están en plan de atosigar son como una plaga, y
uno lo que quiere es que lo dejen en paz. Todos los que no están esperando nada
de uno y que no están pendientes de ver cómo te sacan plata son un amor de gente.
Marwen dice que esos tipitos entrometidos que están por ahí en la Medina
cazando a turistas para llevarlos o traerlos son gente sin oficio y sin trabajo
a la que simplemente le gusta el dinero fácil. Nos explicó que a los marroquís
les da demasiada rabia que hagan eso, porque además de espantar el turismo son
unos buenos-para-nada que típicamente terminan siendo drogadictos o
pordioseros. Una lástima total… aunque yo pienso que las direcciones en la
medina son demasiado confusas y casi parece que fuera a propósito, ya que
señalizando las cosas mejor se evitaría parte del problema. Aparentemente si
uno los ignora un rato ellos terminan por dejarte en paz, pero igual es una
gran molestia.
Creo que es una de esas vistas que a uno se le quedan para siempre en la mente, un espectáculo total. Además la vista era bella 360o, y por ser el atardecer era hora de la oración: mirando para todas partes contamos como 14 mezquitas de donde salía el llamado por los altavoces. Cuando miramos hacia atrás (hacia el este) se veían los montes Atlas con nieve en sus piquitos y hacían que la vista fuera (si era posible) aún mejor.
Sentíamos que habíamos comido hace poco así que había que esperar un poco
para cenar, pero ya yo estaba reventadísima y lo único que quería era sentarme
a descansar un rato… Fuimos a la plaza de la Koutoubia que es mucho más calmada
a pesar de estar al lado de Djemaa el-Fnnaa. Nos sentamos en una tarimita a ver
a la gente y conversar, y aparentemente ese “EL plan” para esta hora: había un
gentío haciendo lo mismo que nosotros. Fran me contó el emocionante final de su
libro (que anoche lo acaba de terminar) que se trata de dos tipos que hacen
senderismo por el Apalachian Trail y que le gustó mucho. Yo por supuesto entre
el MBA (y el ahora el blog) tengo demasiado tiempo sin leerme nada tan chévere.
Y de postre queríamos pedir lo más marroquí posible, que resultó ser oranges à la cannelle: naranja picadita con canela por arriba, muy sencillo pero exótico y rico. Totalmente recomendable el restaurant, era una lástima que estuviera bastante vacío.
Para rematar el viaje, ¡hoy tampoco pudimos llegar a la casa sin perdernos!!!...
además nos dio la impresión que fue exactamente la misma perdida que nos echamos
ayer, pero (como todo se parece) ni siquiera sabemos eso con certeza. El hecho
fue que después de dar varias vueltas, llegamos a la tintorería en donde habíamos
pedido ayuda anoche, y por eso a partir de allí ya nos logramos ubicar con la
plaza Ben Youssef… ¡Y eso que estábamos súper cerca!, ¡qué horror!… Creo que ponerles
el recorrido en un mapita puede ilustrar mejor lo que estoy tratando de
explicar (hay que hacer click para ampliarlo y verlo bien):
Bueno... ya se acabó el viaje! A mí me encantó, y espero que ustedes se hayan entretenido un poco y que
se hayan animado un poco a viajar y a contarme a mí sus aventuras. Pero a mí ya
se me terminaron las vacaciones y pues será hasta la próxima oportunidad que
viaje que siga escribiendo el blog … Empecé esta entrada el domingo en la noche
antes de dormir en Marrakech, pero ahora es que la estoy terminando y ya es lunes
por la tarde en Madrid... El regreso fue perfecto y sin contratiempos, pudimos
cambiar los dírhams de vuelta a Euros (ellos también tienen control de cambio)
y el tiempo del avión lo usé para organizar un poquito las ideas antes de
terminar de escribir todos estos cuentos. En Madrid ya hace mucho frío L y en las calles uno extraña pasear sin
estar acompañado de los gaticos. Ahora
me queda comprar algún día un libro de recetas marroquís y muchas
especies para repetir esas comidas tan ricas hasta que volvamos a viajar para
allá. Hoy al despertarme (con la musiquita de mi despertador) extrañé un poco
el ruido del llamado a la oración, que aturde apenas uno llega a Marruecos,
pero después de un par de días al oírlo desde que salen los primeros rayitos
del amanecer, uno queda impregnado de ese ambiente místico por el resto del día.
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