El tema de tener la moto alquilada y tener ganas de recorrer tantos lugares
nos dejó exhaustos. Decidimos dormir toda la mañana y saltarnos el desayuno (y
desayunarnos el almuerzo). Fue una maravilla dormir más y des-esclavizarnos de
los horarios de las comidas.
El plan de hoy, que es el último día que tenemos
las moto es conocer el norte, que en general es más salvaje y árido que el sur.
Agarramos un nuevo camino (para no repetir una vez más la misma ruta vía Es
Mercadal) y el paseo en fue bien sabroso.
Un camino menos transitado y despoblado
pero a la vez mucho más bonito. Volvimos a poner gasolina en una bomba en la
mitad de la nada y nuestra primera parada fue el Faro de Cap de Cavallería.
Cap de Cavallería es el punto más al norte de la isla, y dicen que el Faro,
que es el más antiguo de la isla, fue una bendición porque antes (pre 1800)
habían demasiados naufragios en esta zona. El Faro está en el tope de un
acantilado, en una península estrechita. Las vistas de los acantilados eran
increíbles y como nosotros nos sufrimos de vértigo los dos nos asomamos
agachaditos hacía el vacío (de allí al mar habían como 100m). Las paredes estaban
llenas de rutas de escalada. Nos encantó ese paseo, las vistas eran
alucinantes.
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Saliendo de allí paramos en una de las pocas playas de Menorca que permite hacer
campings. Tenía un aura hippie y además tenía unos chivos tomando sombra en un
lado de la playa.
Volvimos a la moto, hacia nuestra siguiente parada: Cala Pregonda. Otra de
las playas vírgenes más importantes de la isla. Para llegar allí era necesario
llegar a la Cala de Binimel-la y estacionarse allí, y luego caminar unos 20
min, a través del Camino de Cavalls, pasando por otra playita que estaba llena
de torrecitas de piedras que hacen las personas que pasan por allí.
Cala Pregonda es una playa grande y en algunas partes tiene demasiadas
piedritas para mí gusto. Es una playa roja y tranquila, sin olas y con islitas
enfrente.
Había un gran grupo de jóvenes (alrededor de 16 años) que llegaron
allí en bici y parecían tener todas las intenciones del mundo de dormir allí
bajo las estrellas. La playa era muy
linda, y el agua estaba rica, pero Fran no se sentía muy bien y decidió no
bañarse así que por primera vez en el viaje estuvimos casi todo el tiempo en la
arena y aprovechamos de comernos un picnic que nos prepararon para llevar en el
hotel: pancitos con queso, tomate y jamón. Estuvo bien rico el picnic.
Terminando
de comer una pareja que estaba al lado
de nosotros nos regaló su sombrilla muy amablemente… tan amablemente que no
pudimos decirles que no a pesar de que ni la queríamos ni la necesitábamos (¿Cómo
íbamos a cargar una sombrilla en la moto?)… En fin, terminamos regalándola
nosotros a su vez a una familia de madrileños que nos dijo que apenas estaba
empezando sus vacaciones.
Saliendo de allí el sol estaba poniéndose detrás de nosotros, iluminaba el
camino con esos rayos del atardecer que embellecen todo. El mismo paseo que
hicimos a la ida a plenos sol, se veía mil veces más lindo ahora al atardecer.
Fran quería ver al sol antes de que se fuera por completo y tuvimos la suerte
de llegar a Fornells justo a tiempo. El sol se ponía detrás del cabo de Cap de
Cavallería. Lo vimos desde un mirador y después desde la Torre de Fornells, una
torre militar antigua.
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Fornells se supone que es un pueblo de pescadores, pero a mí me parece que es
más bien un pueblo de veraneo. Las casitas son aquí también todas blancas, pero
muy diferentes de los demás pueblos: son como edificios de dos plantas todos
pegados unos de otros, la mayoría bordeando una gran bahía que usan como
puerto. En el malecón hay innumerables restaurantes y dicen que aquí hacen el
plato más típico de Menorca: la famosa caldereta de langosta (que se salía un
poco de nuestro presupuesto: pp aprox. 80 Eu). De toda Menorca éste era el sitio al que hemos
ido que ha estado más full. Por primera vez se notaba que estábamos en
temporada alta: Todos los lugares para comer o sentarse estaban más que full. Como
era ya tarde decidimos meternos en cualquier sitio que pudiéramos, y cenamos en
una pizzería bien normalita. Se llamaba Sa Proa. La pizza fue normal, pero
Fornells muy bonito, y lo mejor era que esos días eran las fiestas de ese
pueblo y había también música en vivo y fuegos artificiales.
La Tramontana son los famosos vientos fríos del norte del mediterráneo. Y
habíamos oídos que estos días eran días de tramontana. Cuando estábamos en el
camino de regreso hacia el hotel en la moto tuvimos que parar y ponernos toda
la ropa que teníamos encima porque nos estábamos congelando -a pesar de estar
pegados como unas garrapatas-. Paramos en un sitio dónde no había ni media luz
y vimos el cielo más estrellado y precioso que yo había visto en años, con
Escorpio y las dos osas brillando intensamente.
Al llegar a Punta Prima era hora de devolver la moto porque se nos acabaron
los 3 días de alquiler. Después de recorrer casi 500 Km. la disfrutamos tanto
que nos dio mucho dolor tener que dejarla. Luego, al llegar al hotel me tuve que bañar en agua
hirviendo por un rato hasta que se me quitó el congelamiento.
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