Alquilamos por tres días una motico, tipo scooter. Costaba casi lo mismo que un carro, pero nos
provocaba más pasear en moto. Nos dieron una Yamaha Cygnus 125. El principal beneficio de la
moto era que
para conseguir puesto en los estacionamientos de las calas más famosas había que llegar muy temprano (~8am) porque una vez llenos ya no pasaba más gente, mientras que en la moto se podía llegar a cualquier hora. En el sitio de alquiler (una cadena que se llama Valls) de Punta Prima no tenían ninguna disponible pero nos dejaron alquilarla en Benibecquer, un pueblito cercano de casitas blancas.
En Menorca hay
playas vírgenes y playas urbanizadas. Las calas vírgenes son más especiales,
pero a casi todas se les llega a pie después de una caminadita, típicamente por
el Camino de Cavalls (ese camino que mencioné antes que rodea la isla).
Esta
primera caminata fue a través de un bosque de pinos. Pero una de las cosas más
lindas (de la isla y de la caminata) es que los linderos de los terrenos, y alrededor
del camino hay unos muros artesanales de piedra seca (es decir que las piedras no
están unidos por ningún cemento o masa). Dicen que en Menorca hay alrededor de
11.000 Km. de estos muros, que son el adorno del paisaje, hasta que uno llega a
algún mirador y ve las playas turquesas que te dejan maravillado, y te olvidas
del calor, de los muros y de todo.
Las playas del
norte de la isla se caracterizan por ser áridas y por tener la arena rojiza. Ésta
en particular era muy roja y muy linda. Llegamos y nos metimos de una en el agua y fue demasiado refrescante y delicioso. El agua tan transparente que uno
puede ver el fondo casi como si no hubiera agua de por medio. No nos salimos
hasta que el hambre nos sacó. Sólo teníamos un par de cambures y con eso
aguantamos para seguir el paseo. La vuelta a pie como estábamos ya refrescados se
me hizo más corta que la ida.
Ya eran las 6pm y
a pesar del hambre queríamos hacer una parada más antes de Ciutadella. Así que nos
fuimos hacia la Cala Morell, un poco más al oeste. Aquí no había playa sino un
puerto, y aunque en la guía decía que era conocido por tener unas cuevas
antiguas que se usaban como necrópolis, para nosotros las cuevas no fueron de
tanto interés, como el puerto, el acantilado y las casitas que lo rodeaban.
Hicimos un paseo para tener una mejor vista del acantilado y fue cheverísimo.
Finalmente
arrancamos a Ciutadella. Leímos acerca de un sitio que vendían unas ricas
hamburguesas al estilo menorquín, que quedaba en el paseo marítimo, se llamaba
Café Fusión y decidimos comer allí. Era un sitio lindo, pero la comida estuvo regular.
Yo pedí una hamburguesa de la casa, y unos nachos, y Fran un bocata con
sobrasada y queso menorquín , no fue nada del otro mundo, pero nos quitó el
hambre al menos.
Tratamos de salir de allí para llegar a ver el atardecer en un sitio típico que se llama Castell Sant Nicolau que queda al principio del puerto viejo, pero llegamos tarde y ya el sol se había puesto, buaaa!. De todas maneras nos tomamos las respectivas fotos.
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