El día de nuestra
boda, José Ignacio Pons me dio muchas recomendaciones para este viaje porque su
familia (Pons) viene de Menorca. Me dijo que lo más importante era aprovechar
de ir a alguna de las fiestas de los pueblos porque eran muy especiales y
definitivamente tenía razón. Tuvimos la suerte de que en Es Castell, un pueblo
no muy lejos de donde nos estábamos quedando se celebraban las fiestas de San
Jaume ese día. Tomamos dos buses para llegar (Punta Prima > Mao y Mao >
Es Castell) y lo primero que nos
sorprendió fue como en la calle principal del pueblo que estaba full, la gente
desde los balcones echaba, baldes y manguerazos de agua para refrescar a la
multitud que estaba en la calle…. Demasiado rico por el calorón que hacía.
Desde otra ventana echaban heladitos y todo!
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Pero la fiesta en
sí era en la plaza principal. Un aplaza grande con edificios tipo colonial-militar
británico todos pintados o de rojo o de blanco. En una esquina de la plaza
había unas gradas y allí el piso estaba recubierto de tierra. Tratamos sin
éxito de conseguir donde sentarnos y nos quedamos parados en el tierrero… el
highlight de la fiesta eran los caballos. Alrededor de 40 jinetes vestidos de
frac montando sus caballos, entraron y salieron en fila india de la plaza.
Luego entraron de dos en dos a hacer su show, que era levantar a los caballos
en dos patas y hacerlos caminar así mientras un gentío loco le daba palmaditas
a los costados al caballo. Entre que la gente estaba como vuelta loca y que
siempre había por lo menos dos caballos a la vez era como una locura, mucha adrenalina de ver
como un caballo se te venía encima mientras uno trataba de hacerse un espacito
para acompañar al caballo mientras estaba brincado en sus patas traseras.
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Yo al
principio no me atrevía a acercarme mucho, pero Fran me animó y fue
divertidísimo. Además los caballos eran bellos y estaban decorados todos de
manera diferente. Así dieron tres vueltas (cada caballo entró 3 veces) y todas
las vez cerraban las personalidades del pueblo: el que pensábamos que era como
el alcalde o un noble (o algo así) y el cura del pueblo, que además de su frac,
llevaba una capa y el cuello del traje de sacerdote, el pobre debe haber pasado
mucho calor, pero se veía ultra cool. Todo estaba acompañado de la orquesta del
pueblo que tocó durante casi 3 horas solo 2 canciones… menos mal que eran
canciones muy animadas en las que todo el mundo bailaba y aplaudía. El show se
cerró con una última pasada de cada caballo en la que le entregaron a cada
jinete una caña de azúcar con una cucharita de plata en reconocimiento de su
labor como caballeros y por haber hecho todo bien sin hacerle daño a nadie etc…
Todos terminamos pisoteados y felices, aunque algunos un poco adoloridos (A Fran
uno de los caballos le metió una patadita en la canilla, y aunque le salió un
pelo de sangre no se hizo casi daño). Fue súper divertido, pero terminamos
muerticos del cansancio pero de muy buen humor.
Decidimos dar una
vuelta para conocer el pueblito que queda en la entrada del puerto de Mao, y
caminamos desde la bahía de Cala Corps (que recibe ese nombre porque
antiguamente allí llegaban cadáveres flotando desde el Hospital Militar), hasta
otra bahía lindísima que se llama Cala Fonts, que hace de muelle a muchos
barquitos y lanchas chiquitos y que está bordeado de restorancitos que se ven
cada uno más chévere que el otro. Sin duda es lo más bonito de Es Castell y nos
encantó tanto que decimos almorzar aquí. Escogimos el sitio más sencillo que se
veía como más auténtico, se llamaba “El Chivito”, yo me pedí una ensalada de
pasta y Fran un bocadillo de milanesa de pollo. Estuvo todo muy rico y el dueño
simpatiquísimo. Caminamos de regreso a
la parada del bus y veíamos como las familias estaban todas reunidas comiendo
en sus garajes y celebrando las fiestas de San Jaume. A pesar de que nos habían
dicho que este pueblito no era de los más lindos, nos gustó mucho el paseo.
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Llegamos a Mao, y
la hicimos un recorrido a pie para conocer las calles y las plazas más lindas.
Yo aproveché de comprarme a mí a mi sobrinito unas
sandalitas típicas de las Baleares (menorquinas).
Estuvo riquísimo el paseo, la
verdad que aunque no tiene lo medieval que tienen los pueblos en España fue un
paseo muy agradable. Hay una placita a cada ratico, cada una diferente y todas
con personalidad y algunas con música en vivo. También son muy lindas las vistas al puerto.
Terminamos la
vueltica en una terraza tomándonos una pomada: el trago típico de Menorca que
se hace con ginebra (Xoriguer) y jugo de naranja.
Tan rico estuvo el traguito junto con la puesta de sol que nos perdimos el bus de regreso a Punta Prima, y con el nos perdimos la cena
(porque el siguiente bus era ya muy tarde). Decidimos seguir paseando un ratico
más esa hora adicional y cuando llegamos de regreso al hotel nos cenamos
sanduchitos con lo que habíamos comprado el día antes…. Y al llegar a la
habitación nos habían dejado una champañita y unos bombones cortesía del hotel
por nuestra luna de miel!
Me alegra mucho que les haya gustado y lo hayan pasado muy bien, felicidades!
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